¡Feliz cumpleaños Andrea!
Emilio Aparicio Rodríguez es un fotógrafo de Bogotá, Colombia, que ha sacudido Internet por celebrar el cumpleaños a una mujer sin hogar.
Un vídeo y una historia asociada circulan por la web causando emoción en los cibernautas.
Andrea Chaparro vive en la Avenida Caracas de Bogotá, en uno de los cubículos que se disponen para los que nada tienen entre la Calle 59 hasta la 13. El fotógrafo Emilio Aparicio la conocía y hacía meses que le debía una maleta, prometida para que cambiase la que tenía, que estaba destrozada.
"Iba dispuesto a encontrarla debajo de las piedras, por todas las cuadras del centro y a como dé lugar, pero al llegar a San Victorino vi que sería casi imposible pues miles de vendedores ambulantes ya se apoderaron de las calles para vender juguetes, artículos para el hogar, ropa y cualquier cantidad de chucherías", escribe Emilio en su Facebook.
Hasta que la encontró, esto era algo de vital importancia ese día ya que sabía estaba de cumpleaños. "Me acerqué cuidadosamente y le dije: "Feliz Cumpleaños Andrea (...) ella sin pensarlo se levantó y me abrazó fuertemente… Yo sentí que le temblaba la voz".
Pude contener la felicidad y la voz no me tembló para nada pues mientras le decía a ella que quería celebrarle su cumpleaños levanté la voz para llamar la atención de todos los presentes alrededor; desconocidos, conocidos, transeúntes, vendedores. Y les pedí el favor de que me ayudaran y acompañaran a cantarle el Happy Birthday.
Y el milagro ocurrió, que Andrea Chaparro se sintiera apreciada por alguien al cumplir 47 años, aunque los que pasaran a su lado muchas veces no fueran conscientes de quien es y cuanto importa a muchos.
La historia narrada por el:
Aún era temprano pero el afán y las ansias se apoderaban de mí. La ciudad parecía desocupada y el Transmilenio daba testimonio de que cada vez más la gente sale de la ciudad por vacaciones, viajes y todas estas fiestas de fin de año. Unos anhelando que llegue el momento de abrir los regalos de Navidad frente a un hermoso árbol cubierto de luces con formas y colores, los más supersticiosos preparados para el fin del mundo y otros esperando a que empiece el años 2013.
Los semáforos me ponían más ansioso pero poco a poco veía la realidad del día. Veía hombres tirados en la calle que se asolean como leones marinos en los separadores de la Avenida Caracas, desde la Calla 59 hasta la 13. Seres que parecen estar pegados al pavimento sin saber si van a despertar algún día mientras el sol picante calienta sus cuerpos débiles y solitarios. Yo mientras tanto pensaba si la iba a encontrar, pues no la veía hace tiempo y haces más de 3 meses le había prometido esa maleta que tanto anhelaba tener para cambiarla por la vieja que ya no le servía.
Iba dispuesto a encontrarla debajo de las piedras, por todas las cuadras del centro y a como dé lugar, pero al llegar a San Victorino vi que sería casi imposible pues miles de vendedores ambulantes ya se apoderaron de las calles para vender juguetes, artículos para el hogar, ropa y cualquier cantidad de chucherías. El tráfico era insoportable y mi maleta golpeaba a todos los transeúntes que me pasaban al lado. Conseguí lo que buscaba en unos pocos pesos y salí a buscarla.
Mis ojos la trataban de encontrarla entre la gente pero era como tener un lente en automático cuando trata de enfocar una pared blanca; era más difícil que encontrar una aguja en un pajar. El lugar en donde siempre la veo y ella siempre se hace estaba vacío y aunque el sol pegaba más duro que nunca, podía ver como el polvo se levantaba de la acera y volaba rápidamente. Perdía ánimos… El corazón latía acelerado y estaba lleno de incertidumbres y preguntas sobre el paradero de Andrea Chaparro.
Decidí buscarla para no perder tiempo y como un volador ya estaba en el Eje Ambiental mirando cuidadosamente a mí alrededor. Pude enfocar a distancia y casi reconocer a la mujer que buscaba y esperaba abrazar este día para celebrar su cumpleaños como alguna vez lo hice con Mariposa… Era ella y fue fácil saberlo por la posición en que siempre se encuentra, tan delgada y contraída contra la pared, además de que Lulu; su perra, la estaba acompañando como siempre. Estaba feliz! Tanto así que subí dos cuadras, compré las donuts de la vez pasada y baje tan rápido como pude para evitar que desapareciera como por arte de magia.
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